2 de mayo de 2013

Más de veranos


Era la esperanza de pieles bronceadas, música fuerte, alcohol fuerte, conversaciones vacías, experiencias vacías con gente vacía.
Y fue la soledad de los libros, la piel blanca como la de Morticia -así se atrevió a decirme un intrépido cliente, a riesgo de que queme el café de sus desayunos-, música repetitiva, una vida casi sana, por obligación, y no elección. Fue aprender, rendir, olvidar. Fueron días y días que se acumularon, parecidos entre sí, sin más emociones que algún que otro hecho significante, que entre los nervios de los exámenes, pasaron casi desapercibidos. Lo que debía ser euforia de noches de borrachera bailando hasta el amanecer, fue la euforia de la ansiedad en momentos de estrés, mediocres, para nada recordables.

Todavía quedan esperanzas, nada terminó aún salvo el calor, -que por cierto, siempre propicia cosas positivas-. Pero el frío que se asoma pide revancha, a nombre del 2013, que nos recuerda que recién empieza, y que no se va a terminar sin convertirse antes en lo suficientemente memorable.

¡Agárrense, el 2013 es un bad ass, y nosotras vamos tras él!

15 de marzo de 2013

Anecdotario: De Victorias y Fracasos

Sí, puede pasar. No me había pasado hasta ahora, pero podía pasar. No estaba contemplado en mis planes, pero me pasó. Es verdad, hay cosas peores, no voy a decir que no. Me dijeron que cuando pase el tiempo lo voy a ver como una anécdota de la carrera, y me lo dijeron así: «Vas a ver que vos misma vas a decirle a la gente; ¡¿podés creer que había terminado de cursar y se me cayeron tres materias?!». Puede ser que lo vaya a decir con énfasis y entre risas, no quiero que mi pesimismo momentáneo me haga negar el claro positivismo que habrá en mi futuro; en un rato me tomaré una cerveza y ya estaré haciendo chistes al respecto, porque me lo tomo con humor, porque así aprendí a tomarme la vida, y ya no hay vuelta atrás. Pero ES UN BAJÓN, no hay con que darle. Y para el resto del mundo, no es grave. Por supuesto que no lo es para el resto, porque a la que le pasa es a mí.




Oh girl I don't know all the reasons why, I found the answer lookin' in your eye. I go out walking all day long, take away this lonely man soon he will be gone. Cause I'll tell you everything about living free, yes I can see you girl can you see me? You don't need to know what I do all day, it's as much as I know watch it waste away. Cause I'll tell you everything about living free, yes I can see you girl can you see me. Go and see the sorcerer look into a ball, you may find the answer written on the wall. The left one was a dancer can you see the answer, oh put her in a mansion on top of the hill, please don't make her do things against her will. I found something special I don't know why, looking into her pretty little eye. Cause I'll tell you everything about living free.




11 de febrero de 2013

De veranos


De pronto y sin avisar, entró por la puerta la disyuntiva, la pregunta. ¿Esto vale o no, la pena?
Y así se sucedió una serie de frases, razonamientos y más preguntas, que se extendieron durante días y días.
Dos opciones, y un cuadro mental de «pros» y «contras». Por un lado la posibilidad de vivir un verano hippie, en el sentido más vulgar del término. Días de playa, insolación, sin un centavo, siquiera para la yerba de los mates que podrían consolar la situación. Pero días de playa al fin, en donde se podría admirar cuerpos esbeltos con poca ropa, bañándose en el mar, practicando deportes de playa, y hasta tocando instrumentos con virtuosismo dudoso, pero no por eso habría de quitarles crédito a la felicidad pasajera que sus melodías brindarían.
En contraposición, el verano sacrificado, horas y horas de sonreír a los desagradecidos de los turistas, que poco les importa mi amable trato a la hora de compensar con la Propina (con mayúscula ella, como la Esperanza de una vida mejor).
Miles y miles de consejos de seres queridos, cada uno con su tesis sobre qué es lo que más le conviene a quien les habla, una joven marplatense y estudiante (condiciones a tener en cuenta). Y la indecisión, que seguía parada en el umbral de la puerta y no me dejaba salir, pero me intimidaba si quería quedarme. Compañeros, superiores, y hasta jefes intentando gestionar mi futuro, que al fin y al cabo, hay que aceptar, por el momento no está del todo en mis manos.
No gastar un centavo, por el simple hecho de no tenerlo, versus tener algunos pocos centavos y no gastarlos, por la Esperanza (de nuevo), de realizar dentro de poco ese viaje que añoro desde hace tiempo...

Resistir, resistir, R E S I S T I R...

PD: Sean buenitos, si los atienden bien, dejen propina. Y quizás, como dice Sabina, las camareras seamos cariñosas con los clientes.


5 de mayo de 2012

25 de febrero de 2012

Pero nunca te dije que te quiero

Nos hicimos amigos, quizás porque ninguno de los dos entendía al amor. No entendíamos a los que se amaban, en otras partes de la ciudad. Nos hicimos amigos en la música, en el vino, en el cigarrillo. Nos hicimos amigos en el sexo, en el sueño, en la comida. Nos hicimos amigos en el vicio y en las historias, con sus mentiras y sus verdades. Nos mirábamos a los ojos, nos besábamos, nos abrazábamos, nos nombrábamos. Nos hicimos amigos.
Hablábamos del amor. Pero por mucho que habláramos, seguíamos sin entenderlo. No queríamos descifrarlo, tal vez porque verdaderamente no queríamos sentirlo. Se estaba bien así. Todo bastaba, no hacía falta nada más. Éramos dos soledades que no querían dejar de serlo, pero que se encontraban, quién sabe para qué. Hablábamos del amor.
Éramos momentos. Hablábamos de los ríos metafísicos, de que ninguno de los dos sabía nadarlos. No había envidia, no había celos, no había inventos. Había risas, había silencios. No había prejuicios, no había convenciones, no había protocolos. Éramos momentos.
Había tristezas y había miserias, pero no tenían dueño, eran pobres huérfanas que se revolcaban por el piso a nuestro alrededor. Pero mientras estábamos juntos, nadie las observaba a ellas. Nos hicimos amigos, hablábamos del amor, éramos momentos.